A más bienestar emocional, más bienestar docente.
El bienestar emocional del docente debería ser valorado como una condición fundamental para una buena actividad educativa. Para educar bien hay que sentirse bien. Y para sentirse bien, tanto docentes como administraciones educativas, deben poner de su parte ejerciendo una responsabilidad compartida para que la acción docente alcance la madurez necesaria, apostando de manera clara y explícita por el bienestar que el docente merece.
El profesorado es un colectivo altamente exigido. Mantener la disciplina, lidiar con compañeros de trabajo, afrontar los innumerables cambios educativos, enseñar a estudiantes con poca motivación, hacer frente a la valoración social de manera continuada, relacionarse y colaborar con las familias de los alumnos, sobrellevar la presión por el tiempo disponible y la sobrecarga laboral, ser evaluados por otros miembros de la comunidad educativa (dentro y fuera del centro), las posibles condiciones laborables deficientes o las tareas administrativas de gestión y organización son algunas de las tareas o funciones que pueden generar desazón, sentimiento de desánimo, malestar profesional e, incluso, síndrome del “Burnout” entre el colectivo docente.
Ante esta situación, es preciso ser conscientes que para que la experiencia profesional del docente sea satisfactoria, debemos abordar el bienestar emocional como parte fundamental del bienestar profesional. Y, a su vez, este bienestar profesional debe ser entendido como el resultado de un conjunto de factores interactivos (internos y externos) cuya confluencia condiciona la satisfacción profesional del docente.
Podríamos destacar los siguientes factores que lo condicionan:
- El control y las estrategias que tiene el docente para enfrentarse y afrontar las situaciones estresantes. Cuando el docente se siente preparado y competente en el desempeño profesional.
- La autoeficacia percibida por el docente y la capacidad de planificar y organizar su tiempo. Cuando percibe que el esfuerzo merece la pena por los resultados que obtiene.
- El apoyo social. Cuando trabaja en un contexto y en una cultura profesional en la que se reconoce y valora el buen hacer.
- El ambiente laboral óptimo. Cuando los responsables de la educación se preocupan por las condiciones de trabajo y las posibilidades profesionales futuras.
Por tanto, es necesario adoptar estrategias más reflexivas y flexibles que favorezcan la generación de sentimientos positivos y recíprocos que ayuden positivamente el bienestar de los docentes y de la comunidad educativa. Y esto no podrá darse sin que haya una clara y completa apuesta por la formación del docente en educación emocional, que forme un desarrollo adecuado de sus competencias socioemocionales, tanto en su formación inicial como en la formación permanente y que ayude a sacar la mejor versión personal y profesional del docente, dando sentido y valor a la profesión más apasionante, importante e influyente de este mundo.
Dicha formación debe favorecer, de una parte, las competencias socioemocionales que potencien las capacidades relativas a la mejora personal como el autoconocimiento, la autoestima, el autocontrol, la gestión emocional, la motivación, la voluntad, la autoaceptación, la capacidad de cambio, la creatividad o la toma de decisiones. Y que estas empoderen y ayuden a equilibrar y armonizar, de manera afectiva y efectiva, el bienestar emocional del docente. Y, por otra parte, el desarrollo de competencias socioemocionales relativas a la relación con los demás como la capacidad de establecer una adecuada comunicación para trabajar en equipo, conocer y valorar a los demás, la capacidad para resolver problemas y conflictos, para analizar las necesidades de los otros, relacionarse de manera positiva / colaborativa con otros y ejercer un liderazgo compartido en su aula con sus estudiantes, con las familias y/o con sus equipos de trabajo en su centro educativo, que posibilite que el docente saque su mejor versión y aliente e impulse lo mejor de los que le rodean.
A su vez, si el docente hace el esfuerzo de estar a la altura del día a día, intentando ser consciente, positivo y manifestando entusiasmo, creatividad, capacidad para fomentar el diálogo, para el trabajo en equipo, para tomar decisiones, para inspirar confianza, para motivar y para valorar y alentar a los que le rodean, necesitará también de entornos escolares saludables que faciliten un mejor y mayor bienestar profesional. Dichos entornos saludables deben apoyarse en las siguientes premisas:
- Buena comunicación entre las personas que forman la comunidad escolar
- Sólido sentido del compañerismo
- Toma de decisiones de gestión y administración basadas en la consulta con todos los miembros de la comunidad
- Establecer una política escolar centrada en la persona, los valores y la calidad docente
- Que todos los miembros implicados conozcan la política escolar
- Rol y expectativas docentes claramente definidas
- Los docentes deben recibir también feedback positivos y aliento / elogios
- Poseer un nivel adecuado de materiales y espacios para apoyar a los docentes
- Políticas y procedimientos fáciles de seguir. Disminuir los procedimientos administrativos y los papeles (eficaces y eficientes)
- Apoyo disponible para resolver problemas
- Responsabilidades adaptadas a las competencias del profesor
- Construir y diseñar un espacio agradable para poder trabajar
- Recibir consejos y un plan de acompañamiento en el desarrollo y mejora de la práctica docente.
Tenga o no el docente estos espacios de trabajo con apoyos y/o estrategias, más o menos saludables, por parte del centro, lo cierto es que el pleno bienestar solo se consigue a través de la realización personal. Lo que condiciona principalmente el bienestar docente viene determinado por nuestra percepción, nuestras creencias, la capacidad de gestionar nuestras emociones y nuestra capacidad de autorrealización. Conseguir el equilibrio emocional, el bienestar psicológico, la satisfacción y el compromiso con la profesión es fundamental para que el docente cubra sus necesidades. El docente necesita sentirse importante, pertenecer a la comunidad, tener conexión, sentirse seguro y tener ganas por hacer, aprender y de que cada día pueda tener la motivación suficiente para disfrutar de su vocación, sentirse útil y ser ejemplo para los demás. Cualidades y necesidades que se deben ir cubriendo y se irán sumando a nuestro bienestar emocional. Y, por tanto, iremos consiguiendo una práctica profesional de calidad que nos ayudará y proporcionará el bienestar docente tan buscado.
Dr. Juan José Rabanal
Profesor Titular (Departamento de Educación y Psicología)
Centro Universitario Cardenal Cisneros (Universidad de Alcalá)
Juan José Rabanal participó en la iniciativa CONVERSA ER el 28 de octubre de 2021. Se trata de una serie de webinars online para compartir planteamientos, ideas y prácticas desde diferentes lugares de la Red de Centros en claves del programa Educación Responsable que pueden servir para inspirar y afrontar los próximos desafíos educativos.