¿Cómo educar en emociones a niños de dos años?

Los alumnos de dos años del CEIP Menéndez Pelayo de Torrelavega (Cantabria) exploran el mundo de las emociones a través de un cuento.
como educar en emociones
como educar en emociones
feb 12, 2019
Pablo Calzado

EL MONSTRUO DE COLORES

Soy maestra en un aula de dos años, del CEIP Menéndez Pelayo de Torrelavega (Cantabria).

Todo comenzó en diciembre del año pasado, estando en el aula de dos años, era la primera vez en el primer ciclo de Educación Infantil después de 14 años trabajando de maestra en el segundo ciclo.

El curso anterior me formé dentro del programa Educación Responsable en el recurso educativo Literatura y Emociones, una gran experiencia que llevé a cabo con alumn@s de 5 años… Pero era difícil el reto: ¿cómo educar en emociones a niñ@s de dos años?

Comencé preguntándoles todos los días durante el mes de diciembre en asamblea, dentro de las rutinas: "¿Cómo estás hoy? ¿Alegre, triste o enfadado? " Mostraba unas imágenes representativas y ponía las caras para facilitarles que ell@s identificasen la emoción que sentían. Al principio, les costaba decirme la emoción, algún@s de los niñ@s de dos años no tienen adquirido el lenguaje, pero gracias a las imágenes me lo señalaban. Les gustaba que fuese poniendo la cara de cada una de las emociones, pues también les ayudaba a identificar y saber cuál elegían.

Mientras tanto el equipo de las dos aulas de dos años del cole, (somos 6 personas: 2 técnicos por aula y dos maestras), comenzamos a plantearnos cómo seguir avanzando en este proceso. Entonces, relacionado con la formación que realicé, buscamos un cuento que trabajase las emociones y elegimos El monstruo de colores, y ahí basamos toda la experiencia que voy a contar.

Decidimos que todos los jueves íbamos a trabajar las emociones. En el primer jueves, ya en el mes de enero, la actividad fue la lectura del cuento El monstruo de colores. Y conocimos las emociones: alegría (amarillo), enfado (rojo), tristeza (azul), miedo (negro), calma (verde).

Elaboramos un emociómetro donde poníamos cómo nos sentíamos: a través de pinzas personalizadas con la foto de cada niñ@, elegíamos nuestra emoción de ese día: alegría, tristeza, enfado, rabia, miedo, calma.

Otra actividad que hicimos fue a través de la rueda de las emociones. Jugar a girar la flecha que nos indicaba la emoción que teníamos que expresar con nuestra cara. Fue muy divertido, porque los niñ@s iban reconociendo las emociones y la manera de expresarlas.

En el siguiente jueves recibimos una carta del Monstruo de colores en la que nos decía que le ayudásemos, que se había vuelto a liar con las emociones, y entre todos ordenamos en botes cada una de ellas. A partir de este momento, todas las semanas el monstruo nos visitaba y traía una carta. Iba escribiendónos el monstruo amarillo (alegría), el azul (tristeza), el rojo (enfado), el negro (miedo), el verde (calma) y el rosa (enamorado).

En la carta nos pedía que fuesemos rellenando los botes con fotos de nuestras caras según el monstruo que nos visitase, y con unos bocadillos tipo cómic en los que, con ayuda de nuestros papás y mamás, poníamos qué nos hacía sentir alegres, tristes, enfadados, con miedo, calmados y enamorados. Así fueron quedando nuestros botes y formando un panel.

 

 

También, mediante pictogramas, íbamos aprendiendo las diferentes emociones y colores.

 

 

Las profes elaboramos un juego con las 6 caras de los monstruos en el que hay que colocarlas en su sitio distinguiendo el color y la expresión de la emoción, con velcro podían quitar y ponerlas en su lugar. Este juego formaba parte del material de aula que los niñ@s escogían cuando jugaban libremente.

Incluimos también dentro de las actividades de experimentación con bandejas que hacemos en el aula de dos, una en relación al tema. Espuma de colores: comenzamos echando un poco de espuma de afeitar a cada niñ@, empezaron a tocar con los dedos, hacer círculos, se frotaban las manos… Posteriormente añadimos pintura de los colores representativos de las emociones y formamos el lío de las emociones mezclando la alegría con el enfado, el miedo, con la calma y el enfado. ¡Oh, qué magia!

También hicimos un bote de la calma y otro de la alegría con diferentes elementos: brillantina, estrellas, agua, pintura verde y amarilla; después lo utilizamos para cuando algún niñ@ estaba nervioso y alterado o triste, le sentábamos con el bote y estaba un rato moviéndolo y así volvía a la calma o se ponía contento. Os recomendamos que lo probéis es una experiencia muy positiva.

En una sesión de psicomotricidad hicimos el juego El lío de las bolas de colores: los niñ@s debían meter las bolas de colores cada una en su recipiente correspondiente. Nos imaginamos que las pelotas son las emociones y que el Monstruo de colores tiene lío, le ayudamos a ordenarlas.

Una vez que todos los monstruos nos habían visitado y ya conocíamos todas las emociones decidimos hacer nuestro espejo mágico de las emociones: espejito, espejito… ¿cómo me siento hoy? Lo decoramos con los colores de las emociones, utilizando la técnica del puntillismo. Así podíamos también jugar en casa con las emociones.

 

 

Finalmente resultó que no sólo trabajamos los jueves las emociones, sino que estaban de una manera u otra en todas las actividades que hacíamos en el aula. Esta inmersión dentro del aula proporcionó al Monstruo de colores identidad, amistad e ilusión en cada una de las visitas que nos hizo y traspasó más allá, en las propias familias, en los hogares de los niñ@s se hablaba de él y se convirtió en un referente. Permitió además acompañar a los niños en su desarrollo emocional, intelectual y social a través de la lectura con un tema principal: el poder del cuento y el encuentro emocional, con el Monstruo de colores.

Como conclusión final, esta actividad ha permitido conjugar el trabajo conjunto de padres y docentes y los niñ@s, como vehículo emocional los libros, en nuestro caso el cuento El monstruo de colores. Una experiencia que hemos vivido extraordinaria y que os recomendamos a probar con la misma intensidad que la hemos sentido. El resultado merece la pena.

 

María Ontavilla Santiago
Maestra de Educación Infantil
CEIP Menéndez Pelayo de Torrelavega (Cantabria) 

 

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