El cine que educa la mirada
“Creo que uno debería intentar hacer aquello que sabe hacer y, algo aún más importante, debería aprender a reconocer a tiempo qué es lo que sabe hacer”.
Federico Fellini
Abre los ojos: creatividad y educación crítica de la mirada
Con el cine se inaugura una nueva época en la historia del arte y de la cultura, marcada por el apogeo de los llamados medios audiovisuales. El cine es cronológicamente el primero y, aún hoy, continúa siendo el más prestigioso de todos ellos. Es también un valioso instrumento didáctico y un óptimo vehículo transmisor de cultura que se desarrolla en sintonía con nuestra era audiovisual.
Como dispositivo de representación, el cine ofrece una realidad figurada, una segunda realidad, que puede ser reflejo fiel de la nuestra, pero que también puede ser completamente inverosímil e imaginaria. Y es, por añadidura, un eficaz instrumento de educación social; un poderoso mecanismo para formar sociedades interculturales, que exigen ciudadanos críticos, receptivos y activos. Un medio óptimo para cultivar la educación emocional, para educar la mirada y para abrir mundos posibles y mundos imaginarios. Un instrumento idóneo que, bien utilizado, contribuye a potenciar y fortalecer la imaginación y la creatividad de los espectadores.
La educación crítica de la mirada, tal como la entendemos, supone liberar al espectador; hacer de él un intérprete más activo, crítico y perspicaz de la realidad que le rodea. Un proceso de educación interdisciplinaria, una vía de conocimiento que persigue formar alumnos inquisitivos y perspicaces: no como meros lectores o consumidores de imágenes cada vez más abundantes, sino de hacerlos capaces de transformarse en auténticos gestores y productores de conocimiento a través de un ejercicio regular de diálogo con las imágenes y con su entorno. Un ejercicio de lectura, en suma, que se apoya en el texto escrito y en el audiovisual. En lo que se ve y en lo que se oye; en lo que se lee y en lo que se mira. Y que aspira a que nuestros alumnos superen la mera y pasiva condición de espectadores para convertirse en lectores activos: en protagonistas e intérpretes de su proceso de aprendizaje.
De acuerdo con Erwin Schrödinger: "El pensamiento creativo consiste, no tanto en ver lo que aún nadie ha visto como en pensar lo que nadie ha pensado sobre lo que todos ven".
El desarrollo de la creatividad está relacionado con la capacidad de ver, analizar, interpretar y reutilizar; esto es, de transformar o aplicar de manera original lo que se ha visto. En este sentido, la creatividad guarda conexión directa con la educación crítica de la mirada. Uno de los instrumentos idóneos para llevar a cabo dicha estrategia educativa es, precisamente, el cine, junto con otros recursos audiovisuales.
Se ha definido la creatividad como la capacidad de plantearse y resolver problemas nuevos, y la capacidad de resolución novedosa, original, e innovadora de los problemas ya existentes. La creatividad es la facultad de crear algo, en general. Del mismo modo, el ser creativo se refiere al acto de crear, a las personas dotadas de creatividad, y también a las cosas que la estimulan.
La creatividad es asimismo imprescindible para el análisis de la información y para extraer adecuadas conclusiones de la misma. También, por añadidura, es una competencia que deben cultivar los espectadores para extraer la información necesaria de las películas y saber aprovecharla de manera útil y creativa.
La sociedad del conocimiento está abocada a ser, finalmente, una sociedad de la creatividad, puesto que el conocimiento persigue desentrañar, solucionar y resolver problemas, lo que exige un uso creativo del mismo y de su aplicación práctica. La creatividad tiene un componente socio-cultural intrínseco que debe ser desarrollado, cultivado y potenciado desde la escuela y a lo largo de toda la vida. También en este terreno, el cine se descubre como un poderoso y eficaz aliado.
Centrándonos en el terreno específicamente cinematográfico, debemos distinguir la enseñanza del cine como materia más o menos regulada de la educación a través del cine, utilizando éste como un vehículo privilegiado para acompañar o complementar un número copioso de asignaturas y especialidades. Para estimular y enriquecer nuestro pensamiento creativo.
La tormenta (de ideas) perfecta
El cine ha influido poderosamente en los hábitos, forma de comportamiento y modos de vida de espectadores de todo el mundo. Ha contribuido, seguramente más que ningún otro medio en la historia de la humanidad, a generar un imaginario colectivo. Ha modelado y condicionado profundamente nuestra concepción de la vida, del mundo, de la realidad. Ha ensanchado nuestros horizontes, tanto los de la realidad como los imaginarios. Nos ha seducido y condicionado; nos ha educado e informado, y no pocas veces también nos ha engañado y manipulado. Ha desempeñado, y aún lo hace, un papel muy importante en la formación del público joven: determina formas de actuación, hábitos y conductas; origina nuevos héroes, modelos y arquetipos. Ha generado el mayor dispositivo de cultura popular, al menos hasta la expansión televisiva y la llegada de Internet. Es evidente que también ha sido un poderoso motor para el desarrollo de las artes y para vigorizar el talento creativo, tanto de artistas y cineastas como de los espectadores habituales y del público en general.
Cine y televisión se han convertido, desde hace ya muchas décadas, en poderosos agentes de cultura, en patrones de comportamiento y modas y en complemento de la educación que los estudiantes reciben en las escuelas, institutos y universidades.
Con poco más de un siglo de historia se erige en receptor y heredero de las ancestrales formas de narración y de comunicación: desde la transmisión oral hasta la cultura escrita y de su evolución a lo largo de la historia. El cine es el medio óptimo que, en nuestros días, permite la conservación y la metamorfosis de los grandes relatos.
Más aún, se descubre como el espacio de la creatividad más representativo del mundo contemporáneo. No en vano se utiliza para crear y escenificar historias, reales o imaginarias, sobre la pantalla. El cine es, por otra parte, un trabajo en equipo, en el que el resultado final es producto de la fusión de muchas mentes y especialidades creativas.
En sus dominios abundan las escenificaciones del hecho creativo en toda su inagotable variedad. Es un referente inexcusable en la cultura y en el arte de nuestros días. Impregna y alumbra, de hecho, cualquier actividad. Ha influido profundamente sobre el devenir de las artes, y sin duda ha modificado la relación que el espectador tiene con el hecho artístico en general. Ha alterado, transformado o condicionado nuestra percepción del mundo y, en consecuencia, también nuestra creatividad.
¿Por qué -cabría preguntarse- el cine es una fuente de inspiración tan actual y potente que estimula de tal modo el hecho creativo? Evidentemente, y en primer lugar, porque invita e incita a mirar. Porque nuestra relación con el cine se fragua a partir de la mirada.
En su misma naturaleza el llamado séptimo arte es un arte de síntesis en el que están comprendidas todas las demás artes: la suma de todas ellas. Y, en consecuencia, permite relacionar lo que vemos en la pantalla con otros muchos referentes: cinematográficos, artísticos y culturales. De este modo, el cine genera un inagotable y continuo diálogo intertextual entre el espectador y numerosos referentes culturales y experiencias personales o artísticas.
Pero además el cine es un arte íntimamente vinculado al sueño; esto es: con esos momentos en los que el inconsciente se aleja de toda convención y se muestra plenamente liberado y rupturista, es decir, plenamente creativo.
"El hombre es un genio cuando sueña, audaz y valeroso como todos los genios", aseguraba Akira Kurosawa.
El sueño descubre a menudo la genialidad y las contradicciones de la mente humana. Y el cine, modelador del sueño, descubre mejor que ningún otro medio esa naturaleza creativa que todos llevamos agazapada.
Por esto mismo, ningún otro arte se ha aplicado, con la intensidad con que lo ha hecho el cine, a recorrer geografías y espacios imaginarios. El cine es el espacio natural de la imaginación y la fantasía, elementos clave en cualquier discusión relacionada con la creatividad. Descendiendo al terreno de lo real, el cine reconstruye la vida en toda su variedad y complejidad. No hay empresa humana que no haya tenido algún referente explícito en la pantalla. Ningún otro medio ilustra mejor los problemas y las situaciones propias de la compleja realidad en la que vivimos. Pero al mismo tiempo escenifica el pasado y el conjunto de nuestra experiencia histórica: desde la más reciente hasta la más remota, en los albores de la humanidad. De este modo permite confrontar nuestro propio mundo, nuestra realidad, nuestro pensamiento, con el que se proyecta en la pantalla. Ésta se descubre, al fin, como una ventana caleidoscópica abierta al mundo; una ventana infinita que asimismo se transforma en pizarra sobre la que aprendemos y enseñamos. Un escenario inabarcable que acoge una representación global, holística, integral, de la aventura humana, próxima a la realidad, en la que se contempla en su conjunto y en su contexto toda la variedad y la complejidad de sucesos, actividades y relaciones humanas. Y que asimismo se presenta en forma de espejo sobre el que nos reflejamos, nos exploramos y reconocemos.
De este modo, la construcción cinematográfica se descubre como un poderoso estímulo para pensar e interrogarnos. Para formular preguntas y, en ocasiones, atisbar respuestas. Y lo hace de un modo plástico, visual, extraordinariamente atractivo, seductor. No en vano se ha considerado que muchas de las mentes más creativas de la historia pensaban con imágenes, antes que con ideas.
Por esto mismo, el cine exige mirar de otra forma: la vida, los problemas y situaciones cotidianas, la realidad y la fantasía, y también a nosotros mismos. Permite contemplar estas situaciones bajo nuevas perspectivas, que a menudo nos habían permanecido ocultas o veladas. Demanda reestructurar los problemas, reinterpretarlos desde nuestra experiencia y desde nuestra situación actual.
Diversos experimentos científicos demuestran las conexiones entre el pensamiento mágico, generado por películas y relatos fantásticos adecuados a su edad, y el desarrollo cognitivo y el aumento de la creatividad en los niños de preescolar.
Otro estudio prueba los efectos estimulantes de los libros y las películas de ciencia-ficción sobre las habilidades creativas de alumnos de grado medio en diversas escuelas norteamericanas. Es más, el estudio era concluyente a la hora de determinar que las películas resultaban más estimulantes para los alumnos que los relatos literarios. También se ha probado la efectividad de las películas en la atención y tratamiento de determinadas enfermedades mentales.
Por citar un ejemplo, la Fundación Alzheimer ha llevado a la práctica un proyecto denominado Filmoterapia, destinado a enfermos de alzheimer, basado en la recuperación de reminiscencias de memoria a largo plazo partiendo del conocimiento de películas muy populares.
El cine se ha revelado como un medio eficaz y creativo, asimismo, a la hora de formar médicos y personal especializado en la atención psiquiátrica. Es más, las criaturas fantásticas que pueblan los relatos de ciencia-ficción pueden utilizarse para ilustrar conceptos clave en Filosofía, Física y Biología, así como en otras muchas especialidades.
Edward de Bono destaca, de manera singular, la importancia fundamental de desarrollar cualquier trabajo a partir de hipótesis y posibilidades, antes que limitarnos obstinadamente al terreno de las ideas. Después de todo "la posibilidad es muy importante. Y la posibilidad es la clave de la creatividad".
A partir de su método y de los ejercicios que propone, de Bono persigue potenciar y expandir lo que denomina pensamiento lateral: un modelo de pensamiento
que puede ser empleado como técnica para la resolución de problemas de manera creativa.
El Oxford English Dictionary recoge la entrada Lateral Thinking. Y lo define de la siguiente manera: "Tratar de resolver problemas por medio de métodos no ortodoxos o aparentemente ilógicos". De acuerdo con de Bono, en estos métodos aparentemente ilógicos, la pauta de provocación es siempre una necesidad.
El cine bien puede ser incluido entre los métodos no ortodoxos considerados por el autor.
Después de todo: "El pensamiento lateral se relaciona mucho con la percepción. Con él tratamos de proponer distintos puntos de vista. Todos son correctos y pueden coexistir. En este sentido, al igual que la percepción, se relaciona con la exploración. Uno camina alrededor de un edificio y toma fotografías desde distintos ángulos. Todos son igualmente válidos".
Consideramos que el cine, con su multiplicidad de argumentos y puntos de vista, puede proporcionar asimismo una eficiente herramienta para aflorar operaciones provocativas y estimular el pensamiento lateral.
Luz silenciosa: cómo el cine estimula nuestra creatividad
Contemplar imágenes aviva el pensamiento, estimula el recuerdo, fomenta interconexiones, potencia la imaginación y la capacidad inventiva. El cine, con su capacidad de plantear y representar problemas y situaciones de manera global, se descubre como un medio idóneo para formular toda suerte de especulaciones y de posibilidades. Y dicha capacidad de interrogación se halla en la base misma del trabajo creativo.
Rudyard Kipling reconoció los pilares de su talento creativo: "Tengo seis leales servidores que me enseñan todo cuanto sé. Les llamo Qué y Dónde, y Cuándo y Cómo, y Quién y Por qué".
Heredero directo de la narración decimonónica, el cine exige tanto al autor como al espectador formular las seis preguntas modulares del método Kipling.
Tema: ¿Qué? Propósito: ¿Por qué? Ubicación: ¿Dónde? Secuencia: ¿Cuándo? Personas: ¿Quién? Método: ¿Cómo?
Mucho antes, en su Tratado de la pintura, Leonardo da Vinci escribió un capítulo titulado Modo de avivar el ingenio para inventar, donde asegura que contemplaba manchas y normas de la pared, como si fueran imágenes proyectadas en una pantalla. Buscaba conexiones o semejanzas entre dichas manchas accidentales o caprichosas y formas que él recordaba de su vida cotidiana. Y esta capacidad de mirar y de establecer interconexiones tiene la virtud de avivarnos el acto creativo, "porque de semejantes confusiones es de donde el ingenio saca nuevas invenciones".
Con frecuencia incluso el desorden o la casualidad generan una nueva forma de orden, una creación controlada. Se potencia y desarrolla el denominado pensamiento analógico. Esto es, se establecen conexiones, parentescos y analogías entre lo que se contempla en la pantalla y lo que ese mismo observador encuentra y reconoce en su experiencia real, cotidiana.
El primer paso exige, inevitablemente, observación; el cultivo de la mirada. La mente creativa es capaz de reorganizar el mundo que contempla, de interpretarlo, de transformarlo: de representarlo de manera singular y exclusiva.
Los estímulos externos son fuente de inspiración para la creatividad. Muchos de ellos se presentan espontáneamente, y son fruto del azar, de la casualidad.
Pero otros muchos son buscados intencionadamente: cuando realizamos determinado viaje, acudimos a determinados sitios, vemos determinada exposición, una obra de arte específica, leemos un determinado libro, o un poema luminoso. Y, naturalmente, cuando contemplamos determinadas películas, fuente continua de inspiración.
A muchos de estos estímulos se llega de manera accidental, casual: un cruce en el camino. Pero también es muy frecuente que acudamos expresamente a ellos, buscando unos determinados estímulos y rechazando, en consecuencia, otros muchos.
Matilde Obradors denomina a estos estímulos externos, de naturaleza cinematográfica, buscados de manera premeditada y sometidos a un proceso de selección, el cine deseado. Naturalmente estas obras deseadas, y buscadas de manera intencionada, no tienen por qué guardar relación específica con la obra que se haga tras enriquecerla con dichos estímulos. Puede dar como resultado una obra completamente distinta. Y, por descontado, esa obra no tiene por qué ser una película: pueden inspirar multitud de vehículos creativos.
No se trata, en suma, de copiar o imitar, sino de estimular, fortalecer, transformar el acto de crear a partir del encuentro, el contacto, el análisis o el disfrute de una determinada obra de arte. Se trata, en definitiva, de provocar o favorecer cruces de imágenes y estímulos; torrentes de ideas que deberán ser seleccionadas, procesadas y articuladas.
Las analogías y las asociaciones de ideas son, en consecuencia, ejercicios y procesos mentales que abonan y enriquecen la creatividad. El cine, con su inabarcable caudal de referentes, préstamos, herencias y adaptaciones diversas, ofrece un extraordinario repositorio de imágenes, escenas y temas que vigorizan el proceso de asociación y relación, a partir de los juegos intertextuales que suscita.
Antonio Santos, Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Valladolid
Artículo extraído del Informe Fundación Botín 2014,
“Artes y emociones que potencian la creatividad”.
Al hilo del tema de referencia de nuestro experto del mes: el cine, compartimos aquí la selección de cortometrajes finalistas y cortometrajes ganadores en La Muestra de Cine y Creatividad Centro Botín realizada los días 1 y 3 de septiembre de 2015 en Santander.