Experiencia en el aula: aprendemos a controlarnos

Experiencia en el aula: aprendemos a controlarnos
Aprendemos a controlarnos
Aprendemos a controlarnos
abr 15, 2014
Pablo Calzado

Partiendo de una de las propuestas del Banco de Herramientas para el trabajo del autocontrol en el segundo ciclo, desarrollamos la siguiente sesión con los alumnos de 4º de Educación Primaria del Colegio Nuestra Señora del Buen Consejo de Madrid.

Aprovechamos que en el área de lengua se trabajaban los mitos y utilizamos ese contenido curricular como punto de partida para el desarrollo de nuestra dinámica, con el objetivo de identificar y controlar determinados impulsos que pueden ser perjudiciales para los alumnos. Desarrollamos la sesión en un aula de usos múltiples. Los niños tení­an que haber hecho en casa un trabajo previo para reconocer lo que era un mito y saber sus caracterí­sticas principales, además de haber leí­do un pequeño fragmento sobre el nacimiento de Hércules. Tras una puesta en común para asegurarnos de que todos los alumnos sabí­an lo que era un mito y que habí­an hecho el trabajo previo, repartimos la lectura propuesta, una adaptación del mito de Ícaro y Dédalo. Los alumnos, sentados en cí­rculo en el suelo la leyeron primero de forma individual, para posteriormente hacerlo en voz alta y por turnos.

Tras la lectura comentamos el texto para asegurarnos que habí­an comprendido la lectura y corroborar que habí­an identificado las caracterí­sticas del mito. Después, partiendo de las preguntas propuestas, los niños comentaron diferentes situaciones en las que sus impulsos les habí­an perjudicado aún a pesar de las advertencias de algún adulto. Además supieron identificar perfectamente otros momentos en los que ellos mismos se habí­an comportado como Dédalo advirtiendo de algún peligro a algún amigo, hermano o familiar más pequeño.

 

Plataforma para la Innovación en Educación, Fundación Botín

 

A continuación, propusimos la dinámica del “Lago contaminado”, una actividad en la que los alumnos están alrededor de un espacio acotado con conos o setas que será el lago. Ese lago está “contaminado” con otros objetos (ladrillos de psicomotricidad, pelotas de diferentes tamaños y pesos?) Los alumnos tienen que intentar sacar todos los objetos del lago lanzando balones, algo que encajaba a la perfección con el área de Educación fí­sica, donde estaban trabajando la unidad didáctica de lanzamientos y recepciones. Además de esto, los niños no pueden tocar con ninguna parte de su cuerpo el lago pues si lo hacen no podrán utilizarla durante el resto del juego, es decir, si un niño pisa el lago con un pie tendrá que jugar a la pata coja, o si apoya una mano dentro del lago no podrá utilizarla durante el resto de la dinámica. Una vez explicado el juego haciendo especial hincapié en que tuviesen cuidado para no caer al lago, los niños empezaron a lanzar sus balones para intentar sacar todos los objetos que habí­a. Como imaginábamos lo hací­an de forma tremendamente impulsiva, incluso cayéndose al lago y sacando muy pocos objetos.

Tras un rato de práctica, paramos el juego para reflexionar sobre lo que estaba pasando, se dieron cuenta entonces de que por su impulsividad se habí­an perjudicado a ellos mismos y a sus compañeros, todos reconocieron que lo primero que habí­an hecho fue lanzar y luego intentaban recoger otra pelota para volver a intentar sacar algún objeto del lago obedeciendo a sus impulsos, para ello empujaban a otros compañeros, discutí­an? Llegamos a la conclusión de que estos impulsos les estaban perjudicando como le habí­a pasado a Ícaro. Para ayudar a controlarlo, introducimos una variante que consistí­a en que cuando recogí­an una pelota no podí­an lanzarla, tení­an que pasársela a un compañero. Esta variante junto con la reflexión ayudó a que los niños entendiesen que los impulsos son algo natural, que para controlarlos nos podemos ayudar de la gente que nos rodea y que para conseguir el objetivo del juego tení­an que colaborar entre todos.

Al dí­a siguiente ya en clase, comentamos la sesión anterior, la experiencia fue positiva y utilizamos su propia vivencia para que pensasen qué impulsos les perjudicaban en su vida cotidiana, del mismo modo que el impulso de lanzar el balón les perjudicó en el juego.

Con todos los que salieron relacionados con el colegio elaboramos un mural que tenemos puesto en clase para, de vez en cuando, retomarlo y que sean conscientes de que tienen que controlar algunos impulsos, sobre todo aquellos que más les cuestan.

Carlos Gutiérrez Calvo
Tutor de 4º de E. Primaria

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