La educación con calma es posible, con Carme Bartomeu
Como padres o docentes, ¿qué es lo que nos quita la calma, nos irrita, nos preocupa en nuestro día a día familiar o escolar?
Os propongo un ejercicio sencillo:
- En una hoja de papel, anotad las respuestas a esta pregunta. Leedla. ¿Cómo os hace sentir?
- Ahora cerrad los ojos y visualizad a vuestro niño o joven quince años mayor. ¿Qué habilidades, qué cualidades para la vida queréis que haya adquirido, para ser un adulto responsable?
Seguramente, se os escape una sonrisa y os sintáis mejor.
Educar es acompañar este proceso de construcción humana. Y es un proceso a largo plazo, a fuego lento. A menudo, ponemos el foco en la primera lista y nos olvidamos de la segunda. Os propongo dar un paso hacia atrás y tener siempre presentes las dos.
Ser padre, madre o docente es una oportunidad para reflexionar y hacernos preguntas: ¿Cuál es mi estilo de educar?, ¿Cuál he recibido?, ¿Cuál estoy aplicando?, ¿Qué necesito aprender o mejorar?, ¿Autoritario, permisivo, sobreprotector, alternante…?
Se trata de educar de forma integral: cuerpo, emoción, mente y esencia. Y aprender a Ser y Estar en coherencia dinámica, para conectar con nosotros mismos y con los demás (hijos o alumnos).
Cuáles son, desde mi punto de vista, los 5 ingredientes para ser un padre o docente “con calma”
- Autoconocimiento. Invertir en conocernos, aceptarnos y mejorar como personas.
- Regulación emocional. Identificar, aceptar, transitar y gestionar las emociones.
- Atención plena. Estar presentes en el aquí y el ahora.
- Formación continua. Abiertos a aprender.
- Organización y gestión del tiempo. Priorizar, delegar y optimizar nuestra energía y recursos.
En mis años de experiencia como docente, madre y formadora, he encontrado un modelo que encaja con mis valores, principios y creencias: la Disciplina positiva. Un estilo de educar de forma amable y firme al mismo tiempo, sin castigos, ni gritos, ni premios, en un clima de dignidad y respeto mutuo (Jane Nelsen y Linn Lott). Lo aprendí de la mano de Marisa Moya.
Los 5 principios básicos son:
- Facilita la conexión.
- Es amable y firme al mismo tiempo.
- Muscula habilidades para la vida: cognitivas, emocionales y sociales.
- Invita a niños y jóvenes a reconocer sus talentos y fortalezas y a desarrollarlos.
- Es efectiva a largo plazo.
Encontrar nuestro estilo propio de educar es básico, para sentirnos bien y hacerlo desde la paz y la calma.
¿Qué (quién) nos hace perder la calma?
En la mayoría de las ocasiones nuestro “casco”. Las etiquetas que llevamos en nuestra visera, que hemos ido acumulando a lo largo de los años y que nos hacen interpretar la realidad de un modo único y determinado. Algunas de esas etiquetas nos hacen sentir bien (potenciadoras) y otras nos hacen sentir mal (limitadoras). Es todo un trabajo de crecimiento y diseño personal, ir identificándolas y cambiándolas durante nuestra vida.
¿Cómo saber qué etiquetas me limitan? Pues observando los pensamientos que nos hacen sentir mal, las palabras que nos decimos, cómo está nuestro cuerpo (encogido, rígido...).
Por ejemplo, cuando entramos en casa y ponemos el foco en el desorden o empezamos a preguntar por sus deberes… en lugar de conectar primero. Podemos elegir.
Una buena noticia. No somos nuestros pensamientos. Podemos aprender a “escoger” nuestros pensamientos y nuestras palabras. Según un estudio de la Universidad de Stanford, cuando nos equivocamos y somos duros con nosotros mismos, la corteza cingulada cerebral disminuye. Si nos tratamos con amabilidad, crece, aprendemos mejor y superamos las dificultades que se presentan. No nos enseñan a hablarnos bien. Podemos aprender a hacerlo.
Lo interesante y transformador es que, de forma inconsciente, somos responsables de algunas de las etiquetas que llevan puestas nuestros hijos y alumnos. Tenemos la oportunidad de tomar conciencia e ir con cuidado, ponerles etiquetas potenciadoras, enseñarles a hablarse bien y acompañarlos a cambiar sus etiquetas limitadoras.
¿Qué hay debajo de los malos comportamientos de nuestros niños y jóvenes, que nos hacen perder la calma?
Según la disciplina positiva, en la mayoría de los casos, son una forma errónea que tiene el niño o joven de encontrar una necesidad no cubierta. En más de un 80%, falta de conexión (pertenencia e influencia). Así que mejor invertir nuestra energía y tiempo en conectar con él antes que corregir.
Disponemos de una herramienta sencilla y útil para recuperar la calma: la práctica de la atención plena. Poner nuestra atención en nuestros sentidos y en la respiración. Observar sin juzgar, mirar con curiosidad, ver a nuestro niño o alumno como si fuese la primera vez. Muy útil para regular nuestras emociones, integrar nuestro cerebro y recuperar el foco.
Todas las emociones son necesarias: unas agradables y otras desagradables. Cuando tenemos un conflicto con otra persona, algo no nos ha salido como queríamos, nos frustramos, nos enfadamos, estamos tristes o sentimos miedo, necesitamos recuperarnos. No podemos reflexionar, conversar… Es muy útil disponer de un tiempo fuera positivo. Unos minutos para sentirnos bien, reflexionar, hablar o relacionarnos de nuevo.
En muchas ocasiones, lo que nos irrita y desenfoca son los problemas de comunicación. Establecer una comunicación efectiva no es fácil, especialmente con los adolescentes. Se trata de encontrar el equilibrio entre el hablar, el escuchar y llegar a acuerdos. La verdad es que, los adultos escuchamos poco. Practicar la escucha activa es imprescindible para mejorar la conexión con ellos y gestionar mejor los problemas de convivencia en casa y en la escuela.
Hace un par de años que aplico el modelo relacional Bridge de estilos comunicativos relacionales en la escuela, en casa y en mis formaciones. Creado por el Instituto de Comunicación (Ferran Ramón Cortés y Alex Galofré), es modelo diagnóstico que sirve para identificar cuál es nuestro estilo comunicativo y reconocer el de los demás. Con él, aprendemos a modular la forma de comunicarnos con el otro, según su estilo y establecer una comunicación efectiva, para mejorar nuestra relación.
Descubres que lo que a ti te gusta, te da paz, te tranquiliza, al otro puede irritarle o molestarle. Que, lo que es la calma para un estilo, no lo es para el otro. Preparar las clases teniendo en cuenta a los distintos estilos mejora la motivación y la convivencia.Si os interesa profundizar en su conocimiento y aplicación, os lo recomiendo.
Como padres y docentes, tenemos una hermosa oportunidad de acompañarlos y, al mismo tiempo, diseñarnos a nosotros mismos. De ahí la importancia de invertir en nuestro bienestar y autocuidado para cuidar mejor y disfrutar educándoles.