La escuela para la vida

El caso del Centro de día Oust Mølle, Dinamarca
abr 18, 2015
Claes Solborg Pederson

El director del centro, Finn Almind, y las profesoras de la clase familiar, Jette Søby y Susanne Mogensen, comentan:

«Los padres son el compañero de clase invisible. Una buena educación siempre se produce a través de ellos. Hay que procurar buscar el origen de la familia individual. Nosotros no trabajamos a través de la moral.»

Con esto se refieren a que los docentes no imponen su moral a los niños ni a sus familias, sino que aceptan las normas y la moral de la familia. En Oust Mølle se considera que la educación emocional para la familia y el personal docente significa: estar en contacto con uno mismo, ser capaz de verbalizar los sentimientos, ser capaz de «entender» a los niños y desarrollar el amor propio.

Clases familiares

La primera actividad del día consiste en pedir a los alumnos que expliquen, uno por uno, qué han hecho en las clases de la escuela. Los padres, a su vez, deben mencionar algo positivo sobre sus hijos. En la pizarra digital se apunta el siguiente «objetivo de hoy» para cada niño. Así, por ejemplo, un niño debe terminar de leer una historia y luego contársela a su madre. Otro debe concentrarse en su trabajo durante al menos 15 minutos. El niño debe saber, de un modo claro, qué se espera de él. Al final de la jornada, las familias evalúan el día respecto a los objetivos.

Uno de los niños anda a gatas por debajo de la mesa: «¡Odio la escuela porque nadie me ayuda!». Su madre muestra indicios de no saber qué hacer, pero los maestros, en lugar de intervenir, piden consejo a otras familias.

 

«Como profesor, debes aprender a quedarte de brazos cruzados. Los padres son quienes deben intervenir; para eso están aquí: para aprender.»

Los profesores siempre valorarán el modo en cómo las familias tratan de resolver los conflictos. No obstante, también debatirán otras soluciones (a solas con el padre o la madre, sin el niño).

Extractos de la entrevista con la madre de «E»:

«¡Ha sido fantástico! Sus arrebatos y estallidos de mal genio podían con nosotros; ahora, sin embargo, sabemos qué debemos hacer? Lleva aquí ocho semanas y los maestros de la escuela también toman parte en las conversaciones [con nosotros y con los otros docentes de la clase familiar]. [?] Al principio, lo más difícil fue enfrentarse a los otros padres, pero pronto aprendimos que ellos también tenían dificultades similares? No me cabe ninguna duda de que muchos niños se beneficiarían de este centro.»

«B» ha venido de visita. Asistió a la clase familiar hace tres años. Su madre observa:

«Por las mañanas no había quién le levantara, no quería escuchar a nadie y podía mostrarse excesivamente agresiva durante dos horas seguidas. Cuando finalmente llegamos aquí, se negó a bajar del coche. Le habían diagnosticado Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Al principio, la lucha que teníamos en casa también la teníamos aquí; resultaba duro enfrentarse a ello delante de otros padres, pero tenía la sensación de que los docentes entendían por lo que estaba pasando y se mostraron muy comprensivos.»

La propia «B» añade:

En cierto sentido, estaba bien tener a mi madre aquí, aunque me fastidiara que tuviera que ayudarme con los deberes. Pero fue mucho mejor que la otra escuela, donde la maestra me regañaba delante de toda la clase.

El padre de «T» comenta:

¡Esto funciona! No soy un profesional, pero estoy convencido de que merece la pena [es una buena inversión de tiempo y de dinero]. Hemos traído aquí a dos de nuestros hijos y la experiencia ha significado grandes cambios en sus vidas. En mi opinión, es una inclusión al cien por cien, porque los niños, además de ir a la escuela, a menudo tienen problemas de los que los padres son responsables. He aprendido a ver a mis hijos de un modo positivo, a fijar límites. Cambiar ciertos hábitos no ha resultado fácil, ni para mis hijos ni para mí [?] Hemos adoptado los métodos que nos han enseñado aquí y hemos establecido objetivos en casa; por ejemplo, que no se burlen de su hermano mayor. ¡Aquí cosechamos triunfos!

La madre de «O»:

Hace tres años, a «O» le diagnosticaron TDAH. Era terrible: daba portazos, lo quería decidir todo por su cuenta y gritaba por cualquier cosa. Ahora lleva nueve meses aquí, y yo he aprendido a reaccionar de un modo distinto y a no presionarla en exceso. Antes nos limitábamos a aceptar que nosotros teníamos la culpa de todo. Ahora sabemos qué podemos hacer al respecto. [?] También hemos charlado con otros padres, quienes, junto con los docentes, nos han proporcionado muy buenos consejos.

Después del almuerzo se llevan a cabo diversas actividades en el pequeño gimnasio que hay junto al aula. Todo el mundo participa: los alumnos, las familias y los docentes.Ellos juegan a tocar y correr con la pelota y se lo pasan en grande; además, aprenden a realizar una actividad siguiendo una serie de reglas concretas.

En una carrera de relevos con piezas de Lego hay que ir corriendo hasta el otro extremo del gimnasio, echar un vistazo a una figura oculta hecha con bloques de Lego, regresar corriendo y reproducirla con exactitud. Además de la diversión, este juego potencia la atención visual y la concentración.

Uno de los grupos de la escuela de jornada completa está integrado por ocho alumnos y los maestros Niels Jelsing y Ove Christensen. Al igual que en las clases de la escuela familiar, cada uno de los niños tiene unos objetivos muy específicos que cumplir, no solo para un día, sino para períodos de dos semanas. Cada mañana eligen las actividades que realizarán durante los descansos de ese día en concreto. Mientras un profesor hace pan en el horno, un alumno pone la mesa, los demás se dirigen a una de las dos salas para grupos hasta que el desayuno está listo y los padres comienzan a llegar.

A media mañana, los docentes, los alumnos y las familias mantienen una conversación en la amplia mesa que hay en la sala común. Todos los martes se habla de un tema distinto. Hoy la atención se centra en los hábitos de ver la televisión y jugar al ordenador. Niels sirve café a las familias. Una madre señala que es como estar en una cafetería. La conversación es muy abierta; muchos de las familias están en contra de compartir fotos y vídeos en YouTube y Facebook.

Los profesores explican que los niños a los que se les ha diagnosticado TDAH son especialmente vulnerables a los juegos de ordenador violentos. Está bien que jueguen, pero siempre que las familias establezcan un límite de tiempo bien definido. Es importante mantenerlos alejados de aquellos juegos en los que deben identificarse con uno de los personajes. Una de las madres comenta: «Mi hijo se deja absorber completamente por ese mundo, y eso me asusta».

Después, de nuevo en el aula, los padres también participan. En realidad, ellos son los que enseñan a sus hijos, supervisados por el maestro. Ove quiere hablar en privado con una de las madres, pero ella prefiere no dejar a su hija, porque no se encuentra muy bien. El maestro lo respeta y la madre no abandona el aula hasta pasado un rato. Mientras la madre está hablando con Ove, Niels trata de sentarse a la mesa donde está su hija:

«No quiero hablar contigo».

«Muy bien. Tendré que acordarme de preguntártelo luego».

«¡No te sientes aquí!».

«¿Me dices dónde puedo sentarme, por favor?».

Los maestros no levantan la voz y no contradicen a los niños ni a los padres. En su opinión, lo más difícil es cuando parece que a lo largo del tiempo no se consigue ninguna mejoría. Al hablar de educación emocional, hacen referencia a Stanislavski (1863-1938), actor y pedagogo teatral ruso.

«Para poder tocar un instrumento, antes debes conocerlo».

La madre de «R»:

Ser consciente de que tenía un niño con dificultades de aprendizaje (a «R» le han diagnosticado TDHA) ha sido muy frustrante para mí. Su antigua escuela se había dado por vencida, ¡y no va a volver allí! Aquí aprendes a hablar de los problemas; esto también resultaba más difícil en la otra escuela. Como madre, conoces a otros padres que se encuentran en situaciones similares; por lo que respecta a «R», puede identificar sus propios sentimientos en otros niños a los que también les han diagnosticado TDHA. Creo que la educación emocional guarda cierta relación con ser capaz de hablar acerca de tus sentimientos. A «R» le sienta bien verbalizarlos cuando se pone agresivo, y está aprendiendo algunas estrategias para entrar en contacto con sus sentimientos sin tener que pelear o huir.

Al principio, los martes no estaban muy bien estructurados; ahora la situación ha cambiado. Tuvimos que acordar un sistema de recompensas para que por las mañanas accediera a salir de casa, pero eso ha mejorado mucho. Me siento muy mal al escuchar que otros padres han tenido que tener a sus hijos mucho tiempo en casa porque su escuela se había dado por vencida. Yo soy muy obstinada, y si no hubiera defendido a mi hijo a capa y espada, no habríamos tenido una plaza aquí. Ahora formo parte del Consejo Escolar; ahí hablo con Finn (el director) y otros miembros del personal.

Siempre te invitan, te incluyen y te transmiten seguridad acerca de la escuela. El maestro de «R» es fantástico. Por primera vez nos encontramos con alguien que era capaz de ver a «R» del modo que realmente es. Por esto en Oust Mølle no consigue provocar a ningún adulto. Creo que los niños reaccionan de forma muy positiva cuando se encuentran frente a adultos bien definidos. ¡Los maestros de otras escuelas deberían venir aquí para observar y aprender! También me parece estupendo que los docentes y los maestros de preescolar colaboren de una forma directa en las clases. La Folkeskole debería impulsar más programas como este ¡porque realmente funciona!

De hecho, los docentes de la Folkeskole disfrutan de la oportunidad de participar en Oust Mølle. El personal también integra un equipo que proporciona supervisión a otras escuelas e imparte conferencias a docentes y familias. De este modo mejoran significativamente la esencia del concepto de inclusión, que a menudo se pasa por alto; es decir, que no sólo se precisa una asignación de recursos, sino también una formación continua para el personal docente.

La base del diálogo en todos los ámbitos de Oust Mølle es un enfoque positivo.

Personalmente me pareció que por momentos había demasiados elogios en los diálogos con los padres, de modo que en ocasiones tenía la sensación de que se trataba de un «método». Por otro lado, cuando les pregunté a los padres acerca de esta cuestión, fueron unánimes en sus respuestas: nunca ninguna escuela u otra autoridad pública les habían tratado tan bien.

 

Claes Solborg Pedersen

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