Libros con dibujos

Alicia empezaba ya a cansarse de estar sentada con su hermana a la orilla del río, sin tener nada que hacer: había echado un par de ojeadas al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tenía dibujos ni diálogos. « ¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?», se preguntaba Alicia. (Lewis Carroll: Alicia en el País de las Maravillas)
Sapo y Sepo
Sapo y Sepo
oct 5, 2022
Diego Gutiérrez del Valle. Maestro del CEIP Ramón Pelayo (Santander)

Sapo y Sepo, de Arnold Lobel; Historia de un erizo, de Asun Balzola; Elmer, de David McKee; Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak; Los tres bandidos, de Tomi Ungerer; Frederick, de Leo Lionni. Son apenas una breve muestra de la larga lista de grandes obras de una modalidad de libros que reciben el nombre cada vez más popular de álbum ilustrado. El género, si podemos llamarlo así, es la gran contribución de la literatura infantil al campo de la creación literaria. Son esos libros en los que el texto, generalmente breve, mantiene una relación tan íntima con las imágenes que alcanzan una unidad inseparable. La obra es más que la suma de las palabras y las imágenes, de forma que unas y otras carecen de sentido por separado. Funcionan como un conjunto perfectamente ensamblado en el que el sentido global se alcanza no como la suma de elementos sino como resultado de su complementariedad.

 Los escritores y los ilustradores, autores de los mejores álbumes ilustrados (a menudo, la misma persona, como en los ejemplos que encabezan estas líneas), dan muestra de una afinada sensibilidad y de una acusada creatividad. En sus obras abordan todo tipo de temáticas: asuntos existenciales (el amor, la muerte, la soledad, la amistad), los sentimientos, la naturaleza, el juego, el miedo, el humor, la aventura… Y lo hacen a través de un lenguaje extremadamente medido (a veces, incluso, sin palabras), cuidado y, a menudo, poético. Y de unas ilustraciones con una paleta infinita de colores, con las técnicas  más variadas y con estilos que van de la figuración realista a la abstracción. Lenguaje textual y gráfico indisolublemente unidos al servicio de historias que apelan a la sensibilidad, que buscan conmover, hacer reír, sorprender, reflexionar… al lector.

historia_de_un_erizo
historia_de_un_erizo

El lector del álbum ilustrado no tiene edad. O mejor dicho, sus edades son todas. Por supuesto, el público infantil es su destinatario inicial y principal. Pero muchos mayores son lectores apasionados de este tipo de obras por las que sienten tal atracción que en sus bibliotecas personales atesoran su propia colección con los mejores títulos. Lo que nos lleva a destacar el incalculable valor del acontecimiento que representa el encuentro alrededor de un buen álbum ilustrado entre un niño y un adulto: una madre, un padre y un hijo, una maestra y sus niñas y niños, una bibliotecaria y sus lectores. En esa lectura en compañía (lectura de las palabras, lectura y contemplación demorada de las imágenes) se produce una comunicación de una intensidad equiparable a la que provoca la narración oral de un cuento. La carga afectiva del libro, las emociones que suscita, el regalo de la diversión que provoca amplifican su efecto por el hecho de compartirlo con el ser querido.

Como sabemos bien, la lectura no es una tarea sencilla ni es una aptitud que se adquiera de manera espontánea. Necesita un ejercicio constante que acabe por dotarnos de la capacidad de comprensión y de  la disciplina necesarias para enfrentar el trabajoso ejercicio de sentarnos a leer un libro; a cambio de ese esfuerzo, nos concede intensos momentos de placer y emociones. Leer exige movilizar nuestras facultades de atención, concentración y de representación mental para acceder a los significados contenidos en los signos alfabéticos que aparecen en las páginas impresas. En el caso del álbum ilustrado, el ejercicio es doble: requiere del lector comprender el mensaje textual y el gráfico, pero no por separado sino en su estrecha interacción, esa que multiplica los significados de uno y otro.

los_tres_bandidos
los_tres_bandidos

Escribir e ilustrar un álbum supone un esfuerzo de creación: de unos personajes que se desenvuelven en un escenario y en un tiempo narrativo, con un estilo literario y gráfico que proporcionan el tono de la historia. Leer esa obra de un modo pleno es también un acto creativo en la medida en que el lector tiene que comprender las palabras y las imágenes, darles un sentido, establecer una relación con su experienc ia personal y la realidad de su entorno, movilizar sus emociones y sus sentimientos, en definitiva, apropiarse del libro hasta llegar incluso a la posibilidad de  descubrir significados que ni siquiera estaban en la intención del autor.

Hablamos de un proceso que se produce de un modo espontáneo, que no requiere más método que la práctica repetida de momentos cuidadosamente escogidos, en los que un adulto, madre, padre, maestra, bibliotecario, acompaña al niño en su iniciación lectora a través de los grandes títulos del álbum ilustrado. Y en el que se asoman a la fascinación que provocan y se emocionan, se asombran, se ríen juntos. Y juntos admiran la belleza de las ilustraciones y se detienen a observar los detalles, descubren aspectos que no aparecen en el texto, exploran la página a la búsqueda de sorpresas ocultas, se sumergen en el misterio.

Esta lectura compartida de los dos, tres, cuatro años no tiene una edad término, puede durar indefinidamente (todos conocemos la seducción que niños mayores, adolescentes e incluso adultos experimentan ante la narración oral de un cuento o la lectura en voz alta de álbumes y otro tipo de libros). Mientras tanto, los pequeños van ganando en autonomía lectora y comienzan a ser capaces de leer por su cuenta, sin ayuda, sin compañía. Es entonces cuando aflora ese aprendizaje previo, inconsciente, que se ha realizado de la compleja gramática de la narración: la literaria y la de las imágenes (y su interacción).

Leer aporta conocimiento, entretenimiento, emoción, diversión, pasatiempo, aprendizaje. Un buen modo de comenzar el viaje hacia el hábito (la pasión) de la lectura es el que proponen los buenos álbumes ilustrados, esos que, una vez conocidos, nos acompañarán durante toda la vida.

Equipo de redacción de la revista de literatura infantil y juvenil Peonza

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