Proyectos de Arte y emociones: una propuesta para Reflejarte 2014
Si existe un lenguaje universal, capaz de trascender todas las fronteras del tiempo y enlazar culturas, ese es el Arte…
Con él se hacen visibles ideas, voluntades, mundos fuera de este mundo; despierta emociones, y es precisamente ahí – en esas emociones que emergen al enfrentarnos a esa realidad – donde confluyen todos los seres humanos; donde reside su esencia. Por eso resulta tan difícil concebir la idea de una sociedad separada del arte y más aún tratar de imaginar la infancia separada de éste.
Desde las primeras etapas de vida, niños y niñas expresan sus intereses, deseos, miedos, etc. a través de representaciones artísticas, que van haciéndose más complejas y enriqueciéndose en matices con el tiempo hasta que llega un momento en que, sin saber por qué, esa práctica queda abandonada. Quizás no sabemos transmitir la necesidad de continuar nuestro camino a su lado o puede que las críticas, las pautas tan definidas sobre lo que vale y no vale en el arte y esa pretensión de uniformizar y compartimentar un lenguaje cuando trabajamos en las escuelas sea lo que potencia esa ruptura. Sin embargo, su capacidad para ayudarnos a aprender sobre el mundo permanece intacta.
Hablar de emociones a través de las artes plásticas en las aulas surge con una naturalidad absoluta y entiendo que no solo es útil para intentar entendernos mejor, sino también para acercar a niñas y niños a ese mundo de lo fantástico que, con frecuencia, vive en lugares alejados. Así llegó Reflejarte 2014 a nuestra aula.
Desde el inicio del proyecto, hubo un objetivo que se perfiló como esencial más allá de los resultados finales: se trataba de mantener una visión integral del proyecto desde una perspectiva eminentemente artística, desarrollando un proceso creativo que, por qué no, algún artista podría seguir en la realización de su obra. Es una búsqueda del sentido en cada paso para que todo fuera coherente y aportara algo valioso a la historia de nuestra producción.
Cada pauta marcada desde la Fundación, era tomada como un reto que debía ser resuelto desde el plano artístico, hasta el punto de que cada paso que dábamos daba como resultado algo que podría ser considerado una obra de arte en sí.
Nuestro primer desafío fue preparar la visita a ‘Itinerarios’, para lo que era necesario seleccionar las telas y asignarlas emociones. En este momento, fue necesario dedicar una sesión a hablar de emociones, identificarlas e incluso asociarlas con experiencias ya que, al trabajar con los más pequeños de Educación Primaria, no se puede dar nada por sabido. La puesta en común de sus conclusiones fue muy interesante en tanto supuso compartir vivencias, matizar conceptos o sumar nuevas emociones que confluyen con las ya establecidas y que, en ocasiones, resulta difícil separar.
Es posible que la parte artística en esta primera etapa previa a la visita a la exposición fuera la elaboración del regalo que íbamos a llevar para las personas encargadas de acogernos y acompañarnos en esa experiencia. No era algo nuevo para esos niños y niñas, sino que se trata de una práctica habitual en nuestras salidas didácticas. Es un modo de expresar gratitud de un modo eminentemente práctico, pero también busca ir ayudando a darse cuenta de que todos podemos aportar algo a los demás independientemente de factores que difícilmente podemos cambiar como la edad o el rol que desempeñemos en determinada circunstancia. En este caso, se trató de un trabajo conjunto en el que se reflejaban nuestros caminos/ itinerarios individuales que confluyen en otro más amplio, representante de lugares, ideas, emociones, etc., es decir, todo lo que nos universaliza.
La visita a la exposición marcó el paso a la segunda etapa, la más amplia en tiempo y que nos llevó, sobre todo conceptualmente, hasta la creación de la obra final.
Una vez de vuelta en el aula, después de una bonita experiencia en la sala de exposiciones de la Fundación, teníamos que compartir eso que empezaba a ser tan importante para nosotros y que finalmente se uniría dando lugar a nuestra obra de arte: las telas que los pequeños habían aportado. Así, casi sin darnos cuenta, había empezado la historia de nuestra pieza.
No se podía borrar la intención de buscar la sorpresa en todo lo que debiéramos hacer, porque es allí donde suele refugiarse el Arte y de ese modo, surgió la idea de hacer un montaje con las telas que tenía que fotografiar para compartir con el resto de centros de la red de . Era un montaje muy sencillo, con tendales en la playa después del último de los temporales que tanto afectaron a la costa cantábrica durante el pasado invierno. Color, movimiento, la sorpresa de algo que emerge de entre los restos y que tiene todo el sentido que cada uno quiera darle; una oportunidad para que las niñas y niños pudieran tener una primera visión de sus telas en un contexto artístico, con la que pudimos ver que lo más insignificante en apariencia puede convertirse en algo excepcional si sabemos mirarlo con ilusión. La búsqueda del arte en todo momento de nuestro trabajo nos regaló un paisaje poético y un pilar fundamental para dar sentido y contextualizar el trabajo restante.